Con solo 55 días restantes para las elecciones generales del 30 de noviembre, el panorama político en Honduras se calienta de forma acelerada. Lo que comenzó como una campaña electoral formal el 1 de septiembre ha escalado rápidamente hacia un terreno de acusaciones cruzadas, denuncias de injerencia extranjera y polarización extrema, reflejando las profundas divisiones en un país que aún lidia con desafíos como la pobreza, la falta de empleo, precaria salud pública, la inseguridad y la migración entre otros problemas estructurales.
-En el bullicioso panorama electoral de Honduras, donde la democracia se teje con hilos de promesas y sombras de desconfianza, un aumento en el tono de la campaña política también genera mayor polarización y desconfianza, aumentando la brecha de los indecisos, quienes definen la balanza electoral.
El inicio oficial de la propaganda electoral, autorizado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) a partir del 1 de septiembre, marcó el punto de partida para una contienda que ha visto un incremento en el uso de redes sociales y mítines masivos para lanzar ataques directos,antes que propuestas.
Lejos de planes y propuestas de las que urge el pueblo hondureño, lo único que se ha visto son ataques al punto de comparar a un candidato con Jeffrey Edward Epstein (magnate financiero y delincuente sexual estadounidense), extremo que demuestra el tono subido de la campaña desleal.
Desde la sociedad civil, sector eclesiástico y privado del país se ha exhortado a los candidatos que corren por un puesto de elección popular a presentar sus propuestas de gobiernos, pero el llamado es ignorado y contrario a ello los candidatos se enfrascan en una campaña de ataque.
Los principales contendientes -Rixi Moncada del Partido Libertad y Refundación (Libre), Nasry Asfura del Partido Nacional (PN), Salvador Nasralla del Partido Liberal (PL) y otros candidatos menores- intensifican sus estrategias, pero el tono agresivo amenaza con socavar la credibilidad del proceso electoral.